La acusación por parte de María Dolores de Cospedal de que el gobierno estaba espiando al principal partido de la oposición ha roto la monotonía que nos solía deparar agosto en lo político. No voy a entrar aquí a analizar si como se ha hecho es correcto o no; lo que sí es interesante ha sido la respuesta del PSOE a esta acusación.
La contestación ha sido de libro. En primer lugar se ha hecho muy rápidamente (optimamente debe estar preparada en menos de 6 horas). Sólo se debe ignorar cuando quien la formula no tiene gran relevancia lo cual no es el caso. De esta forma se evita que la acusación se extienda y cuando quieras contestar el problema sea ya demasiado grande.
En segundo lugar la respuesta lleva implicita una actitud ofensiva y no defensiva. Se ha pedido al PP que demuestre la acusación o que dimita la Secretaria General; se ha acusado de calumnia; se ha retado a ir al juzgado; se han insinuado intenciones torcidas; se ha acusado de resucitar la crispación.
Lo dicho, de manual.
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