La pasada huelga general ha rozado el esperpento. Los sindicatos han convocado una huelga después de aprobada la reforma laboral, sin intención de dañar políticamente al Ejecutivo y con cero ganas de seguir presionando al gobierno si no cambia la ley (en Francia llevan ya cinco huelgas). Por todo ello la huelga estaba llamada al mayor de los fracasos. Independientemente de que no tuviera gran apoyo social y bastante rechazo, lo que verdaderamente ha hecho fracasar la huelga es que no tuviese un objetivo claro. No se sabe realmente qué querían conseguir y qué estaban dispuestos a hacer si no se cumplía su exigencia.
Los militares lo tienen claro; dicen que una guerra no se puede ganar si no queda cristalino el objetivo final que se persigue.
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