En la estrategia ya comentada de Rubalcaba para lograr enganchar al electorado de izquierdas de cara a no pegarse un batacazo tan grande que hipoteque sus posibilidades dentro del partido para después de las elecciones el PSOE ha identificado sobre varios frentes. Por un lado, el 15M cuyos mensajes para votar a otros partidos minoritarios o ejercer el voto nulo o en blanco es evidente que, a corto plazo, perjudican, sobre todo, al PSOE. La búsqueda de las declaraciones de Hessel a principios de septiembre iban encaminadas a intentar drenar esta fuga de votos; como también fueron en este sentido las propuestas electorales de Rubalcaba antes del verano sobre la modificación del sistema electoral siguiendo el modelo alemán o la condescendencia con este movimiento.
El frente catalán también está movido. El apoyo a la resolución parlamentaria a favor de la inmersión lingüística o las declaraciones del candidato socialista en este sentido buscan atraer el electorado catalán, cosa harto difícil si se ve el impacto de la crisis en esta comunidad. Tampoco parece que el apoyo a la exclusión del español sea un mensaje atrayente para gran parte de su electorado en Cataluña.
Andalucía, la izquierda económica para la que intenta recuperar el impuesto de patrimonio que no pagan los ricos o el izquierdismo moral al que ofreció aprobar lo primero la llamada “muerte digna” son otros frentes a los que Pérez Rubalcaba ha lanzado sus propuestas.
Como se ve, demasiado frentes y un mensaje débil en cada uno de ellos. En momentos tan complejos no son suficientes los guiños ni la astucia y menos con el lastre de haber estado todo el tiempo como fiel lugarteniente de Zapatero.
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