Uno de los presupuestos con que el PSOE afrontaba la presidencia europea era que al suponer una tregua en la política nacional permitiría capitalizar la imagen de Zapatero como estadista gracias a sus reuniones públicas con líderes internacionales.
La realidad de estas primeras semanas ha sido justo la contraria. Por un lado ha internacionalizado los problemas económicos y de gobierno españoles poniéndonos en el punto de mira internacional. Por otro, la costumbre de ZP de lanzar propuestas de forma improvisada sin haber definido ni siquiera una estrategia política para su defensa social hace que la sucesión de declaraciones y contra-declaraciones amplifiquen la imagen de desconcierto del gobierno multiplicando su desgaste a nivel nacional.
Todavía queda tiempo para reconducir la situación pero la verdad es que lo tiene difícil ya que lo que se ha puesto en duda es la política económica por lo que no es sólo un problema de imagen sino de mucho más calado.
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