Tras unos inicios en que parecía que la oposición Libia iba a ser capaz de lograr una victoria rápida sobre Gadafi las cosas parece que no están tan claras. Ante esto no está clara la posición que deben tomar Estados Unidos y la Unión Europea. Si uno echa un ojo a la prensa se ve que la mayoría de los que comentan el tema insisten en la necesidad de intervención en este país para apoyar el proceso de cambio. Los gobiernos están reticentes y no se ponen de acuerdo, pero aunque no fuera así, a mí me parece una política muy mala el seguir a la opinión pública. Hoy sólo hablan los partidarios a la intervención pero, como siempre, si se interviene y hay algún muerto sólo hablarán los contrarios a nuestra participación. Así es la opinión pública y en parte también, la opinión publicada.
La respuesta a este dilema está en el liderazgo de nuestros políticos. Políticos con liderazgo tienen las ideas claras y actúan no siguiendo el dictado de los vientos sino en función de lo que creen es mejor. Pueden equivocarse, pero los gobernados los valoran por su decisión.
El problema está en que en Europa no hay liderazgo de ninguna clase y, al otro lado del Atlántico, no parece tampoco que haya mucha.
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