Aparte de ver cómo evoluciona el caso Libia interesa mirar cómo puede acabar. Por un lado tenemos las posibles soluciones a la situación una vez se ha visto que es difícil vencer a un tirano que tiene en su mano un potente ejército y está dispuesto a utilizarlo si es necesario incluso contra la población. Antes, la solución hubiera sido llegar a un acuerdo con el sátrapa y organizarle un retiro dorado en algún país extranjero. Esta solución ciertamente tenía una alta carga de injusticia pero esta injusticia se toleraba a cambio de liberar a su pueblo de la tiranía. Hoy en día esto ya no es posible ya que no tiene certeza de que dejando el poder no acabe siendo juzgado por algún tribunal nacional o internacional – léase la amenaza de Hillary. La consecuencia de esto es que la única salida de los tiranos sea defender su puesto hasta la muerte.
Lo que nos queda es la intervención militar lo que es más improbable todavía. En realidad, la única potencia con auténtica preocupación por lo que sucede en el Norte de África es Europa pero esta es incapaz de realizar ninguna acción bélica sabiendo que nuestras sociedades no aceptan soldados muertos. De aquí la búsqueda desesperada de Francia de alguien bajo el cual ocultar nuestra intervención. Primero se buscó a la OTAN pero los americanos están dolidos por el poco apoyo en Afganistan. Si nosotros no les ayudamos cuando ellos piden ayuda, ellos no nos ayudan cuando nosotros la pedimos y, esta relación no es entre iguales pues ellos están dispuestos a actuar y nosotros no. Los otros movimientos de Sarkozy van en el mismo sentido tanto con el G-8 como con otros estados árabes. Pero hasta ahora, nada.
Para cuando se decidan a hacer algo Gadafi ya habrá ganado.
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