Uno de los elementos que marcan las campañas en Estados Unidos es la capacidad de involucración de voluntarios. Miles de personas se incorporan a las enormes maquinarias de los partidos para apoyar a sus candidatos durante las larguísimas campañas presidenciales. La propia estructura abierta de los partidos facilita esta participación.
En España, sin embargo, parece complejo utilizar una fórmula similar. La estructura cerrada de los partidos, el dirigismo de la campaña por parte de los mismos, la escasa adhesión que concitan los candidatos elegidos mediante procedimientos poco democráticos, la falta de debate profundo de ideas durante las campañas o la bajísima expectativa de acceder a puestos en caso de victoria electoral son sólo algunos de los elementos-barrera a la activa participación externa.
Los partidos españoles deben romper estas barreras e ir encontrando fórmulas propias para que los voluntarios sean una pieza más de su campaña pues gran parte de su futuro va por ahí y más cuando una persona sin necesidad de otra infraestructura que un ordenador tiene una capacidad de acción absolutamente notable.
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