En comunicación política, uno de los elementos fundamentales de cara a transmitir un mensaje es el hecho de que el receptor te considere como “uno de los nuestros”. Esto ayuda a eliminar barreras. En Estados Unidos esto lo tienen muy presente y, en la elección del candidato a vicepresidente se selecciona a alguien que complemente ante los votantes al candidato principal.
El que alguien sea “uno de los nuestros” implica que habla como nosotros, piensa como nosotros, tiene nuestra misma forma de ver la vida, por lo que puede defender los temas pero desde el punto de vista del receptor del mensaje. No vale con pensar que lo que yo estoy diciendo es lo más razonable sino que hay que transmitirlo de manera que el de enfrente lo vea así y aquí entran en consideración muchos otros factores no tan racionales.
Esto se nota, por ejemplo, en la forma que tiene el PP de defender la educación en castellano en Cataluña. La forma de presentarlo o los argumentos utilizados pueden ser muy buenos, pero no han logrado presentar este mensaje de forma que sea asimilable por la mayoría de los catalanes. Por su parte el PSOE logra buenos resultados en Cataluña jugando hábilmente con el mito del anticatalanismo de los populares o de que son problemas inexistentes creados desde fuera. Esto último triunfa precisamente por transmitir que el PP “es de fuera”, que “es de Madrid”, ocultando hábilmente que los votantes catalanes del PP son eso, votantes catalanes.
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