Como ya comentamos en un post anterior la reforma electoral que hicieron los socialistas en Castilla-La Mancha había dejado todas las provincias con escaños pares salvo en Ciudad Real, tradicional feudo socialista como provincia para romper el empate. Al final la victoria popular en Guadalajara por más de once puntos de diferencia ha sido la determinante para conseguir suficiente ventaja como para que dos diputados autonómicos fuesen al PP. Si no hubiera sido así Barreda hubiera vuelto a gobernar aún perdiendo por siete puntos de diferencia sólo por que en Ciudad Real ganó por 500 votos.
La conclusión, para mí, está clara: seguro que una vez en el poder de lo primero que hará el nuevo gobierno es cambiar la ley electoral para que las provincias castellano-manchegas tengan número impar de representantes. De esta forma el partido socialista no sólo ha perdido estas elecciones sino que corre el riesgo de tardar muchos años en volver a gobernar esta comunidad. Además ha abierto un peligroso precedente de que el partido gobernante cambie unilateralmente la representación electoral en su propio beneficio.
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