Una más de las desastrosas consecuencias de la guerra de Irak ha sido el hecho de que la posibilidad de que cualquier intervención militar en otro país queda por principio descartada. Este ha sido el caso de Costa de Marfil. Yo no estuve allí por lo que tengo que fiarme de lo que dicen la ONU, la UE y el resto de países vecinos africanos que afirman que venció el candidato opositor Alassane Ouattara. Lo que sí que tengo claro es que en este caso, una intervención rápida para restituir la legalidad hubiera evitado los miles de refugiados que han tenido que salir del país y los muertos registrados tras las elecciones.
Más de un mes después y ya con la amenaza de intervenir sobre la mesa el presidente saliente Gbagbo se atiene a negociar y vuelve la calma al país.
Está claro que los países más afortunados de la tierra preferimos miles de africanos desplazados y asesinados a unos pocos de nuestros soldados muertos y la oposición de la opinión pública.
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