La insinuación de Álvarez Cascos sobre la posibilidad de presentar un nuevo proyecto político al margen del PP ha animado el comienzo del año cuando todavía no hemos acabado de digerir las uvas.
Seguro que hay un montón de motivos por los que el PP de Asturias no quería a Cascos, pero yo destacaré el hecho de que una de las cosas que más indignan a los miembros locales de los partidos es que en los momentos difíciles sean ellos los que tengan que pelear y, cuando se vislumbra la victoria, aparezca alguien de peso como paracaidista que quiera aparecer como número uno.
En todo caso veremos si el juego que ha hecho Rajoy de los tiempos es el correcto ya que, al haber sido la decisión demasiado lenta, ha puesto las vergüenzas del PP asturiano al descubierto dando una imagen de división que es una de esas cosas que está estudiado que afectan electoralmente. Por contra, deja poco tiempo a Cascos para montar de verdad un partido aunque al ser tan conocido tiene mucho avanzado.
En todo caso, lo que sí se ha gestionado mal, es el que hayan habido públicas descalificaciones previas entre ambos lados que han acabado con el abandono de la militancia de Álvarez Cascos. Esto había que haberlo cortarlo de raíz. Si se pueden dejar de lado los piques personales y las afrentas es mucho más fácil llegar a un acuerdo con el perdedor para que lo deje pasar y ofrecerle una salida digna si se ganan las generales.
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