Creo que la elección de Jordi Hereu como candidato a la alcaldía de Barcelona frente a Montse Tura se presta a una reflexión sobre el procedimiento de primarias para elegir candidato. De nuevo se confirma una tendencia difícil de romper que es la enorme ventaja de quien se enfrenta a las primarias con el poder en la mano. Mi opinión es que la clave está en que los electores no se enfrentan exclusivamente a una elección entre candidatos sino que está en juego su propio futuro político; elegir al candidato equivocado supone unos añitos de destierro en la Siberia política. Habría que introducir algún matiz para diferenciar entre secretario regional o local –o como se llame en cada partido- y candidato electoral pero grosso modo la explicación estaría aquí.
La ventaja de quien ostenta el poder radica en esto: la mayoría de los que comen del partido deben su situación al que manda hoy y estos votan seguro. Al candidato opositor sólo le queda la esperanza de que haya una alta participación y que estos militantes de base le otorguen un apoyo muy superior a su contrario para así contrarrestar esta ventaja inicial.
Una vez dicho esto no quiero que quede que me opongo a las primarias pues aunque son muy imperfectas suponen un paso adelante en la democratización interna de los partidos. Tenemos que tener presente que hay una diferencia entre que “casi siempre” ganen los que mandan y que “siempre” ganen los que mandan.
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